miércoles, 24 de marzo de 2010

LA DROGA, UNA CRUZ SOBRE LOS HOMBROS

Estamos terminando la Cuaresma del año 2010, vamos a entrar de lleno en la Semana Santa, un tiempo en el que Cristo sufrió todo tipo de barbaridades antes de morir en la Cruz. Ahora, aquí, a nuestro lado, existen también muchos "Cristos" que sufren en sus carnes el peso de esa gran Cruz que Jesús cargó sobre sus hombros. Un ejemplo de ello puede ser la concentración de jóvenes en los famosos botellódromos y que están cayendo en la peligrosa trampa de la droga y el alcohol. Ellos, aunque se puede decir que están así de forma voluntaria, están cargando con una tremenda cruz sobre sus espaldas.

Hace unos años, un buen día, salí a la calle a dar un paseo. Llegando a la esquina de la Avda. de Portugal, y entre las luces de los coches se vislumbraba una persona que iba tambaleándose de lado a lado de la acera. Todos los que pasaban por su lado se quedaban mirando, y algunos hasta lo seguían para burlarse de él. Al pasar por donde yo estaba me llevé una desagradable sorpresa. Era un chico de mi misma edad, que habitualmente se ponía en el cancel de la puerta de la Parroquia de San José para pedir algo que comer. Al final lo gastaba en drogas. Este chico tenía un hermano que estaba en la misma situación que él. Era una excelente persona. Casi todos los sábados, entre misa y misa, entraba en los salones de la Parroquia para buscar a alguien con quien poder conversar. Habitualmente, solía pedir un bocadillo en casa de las Hermanas de la Inmaculada Niña, que radican en esa Parroquia. Allí lo atendía la Hermana Victoria, fallecida hace unos años, encargada de Cáritas, y de atender a los transeúntes de la feligresía.

Un día estaba yo en casa de estas hermanas, cuando llegó Tracisto. Aquel día asomaron por mis ojos dos lágrimas de dolor e impotencia, como las que sentía este joven muchacho. El fue a pedir su bocadillo como acostumbraba a hacer, pero aquel día creo que eso fue una excusa, ya que, mientras la Hermana Victoria se lo preparaba, le oí decir: "Hermana, yo ya no sé que hacer. No puedo vivir en esta situación, pero tampoco puedo hacer nada sin la droga. Ella me estimula y me tranquiliza, pero no me deja ser yo. A veces me dan ganas de acabar con mi vida, y con todo este sufrimiento".

Esta fue la cruz que tuvo que soportar Tracisto. Una cruz grande y pesada, que no pudo ser aliviada, ya que el calor humano que recibía por nuestra parte, y ese amor tan intenso que le daba la Hermana Victoria no era suficiente. Le faltaba el calor de la familia, el calor de esa madre, que aunque le mirara con cara desconsolada, no dejaría de darle su amor y su cariño. A los pocos días Tracisto murió en el Hospital Puerta del Mar con la soledad como compañía, y sin nadie que le llorara su muerte.

Este es el tremendo camino del calvario que tuvo que soportar este joven amigo, cargando con la cruz de la droga sobre sus espaldas hasta llegar a la muerte. No permitamos que muchos "Tracistos" que hay a nuestro alrededor mueran por culpa de este mal. Hagamos algo para evitarlo.

1 comentario:

  1. He visto durante muchos años como muchos jovenes de Cadiz van y vienen al Puerto en los Comes, al "supermercado de la droga" que hay en la conocida como "Barriada de Jose Antonio", todo el mundo lo sabe, muchas veces ha salido en el Diario las quejas de los choferes de estos autobuses,todo el mundo sabe en El Puerto que no se puede entrar en ese barrio, y ese "supermercado" sigue ahí, sin que nadie haga nada, no se si porque no quieren o porque no pueden, o si no hay nadie que tenga ese poder en sus manos de acabar eso.
    Aparte de esos "drogadictos" visibles, hay muchisimas personas en nuestras ciudades, enganchadas a la coca y a otras drogas que aparentan una vida normal, pero sus familias y amigos sabran la procesion con la que cargan, el que las consume y todos los de su alrededor.

    ResponderEliminar