Esta frase tuve la ocasión de oirla este fin de semana de boca de un sacerdote al finalizar la homilía.
Quizá tenga hasta razón en sus palabras pero, enlazándolo con mi anterior artículo y con el permiso de vosotros mis lectores, yo le quiero decir a esta persona si alguna vez se ha preguntado la razón de su afirmación, por qué hay más gente criticando, aunque yo no diría criticar, que trabajando.
Aunque ni es mi estilo, ni es el estilo de mi blog, yo le voy a explicar muy brevemente por qué en mi caso critico más que trabajo, aunque no esté de acuerdo con esta apreciación. Yo empecé desde muy joven a trabajar en una Parroquia, justo después de recibir la Confirmación. Durante once años realicé funciones que yo jamás pensé que iba a realizar, pero lo hice porque en ese momento sentía lo que estaba haciendo. Fui responsable de un grupo jóvenes, responsable de un coro juvenil y de otro infantil, catequista de Comunión, Postcomunión y Confirmación, responsable del boletín Parroquial, etc. Yo no era ni el más bueno ni el mejor, simplemente mi carácter me hacía ser muy activo y no dejar de proponer y de organizar actividades. Mi actitud hizo que un "compañero" con ansia de poder se viera ensombrecido por mi persona y su poder cada vez estaba más en decadencia. Claro está que mi intención no era esa, simplemente trabajar en algo que me apasionaba y, por supuesto, sin esperar nada a cambio. Pero el que no esperes nada a cambio significa nada, ni bueno ni malo. Sin embargo este "personaje" se dedicó a ponerme en contra a todos los que se decían "compañeros", incluido al Párroco y Coadjutores, sólo por intentar dar mi tiempo gratuitamente en pro de los más necesitados. Querido amigo ¿qué debió hacer el Párroco en aquel momento? Creo sinceramente que debió oir a ambas partes y no sentenciar a una persona sin mediar palabra.
Tras observar que se había perdido la confianza en mi decidí dar marcha atrás y marcharme. En ese momento conté con el apoyo de cuatro personas que decidieron emprender la marcha conmigo y me propusieron formar un grupo para seguir recibiendo formación cristiana. Decidimos crear el grupo "Savia Nueva". Pero para no ir como independientes decidimos incorporarlo a otra Parroquia. Allí permanecimos un año, pero la cosa no funcionó y optamos por disolver el grupo.
Mi afán luchador y mis ganas de seguir trabajando en la Iglesia me hizo incorporarme como miembro de la Junta de Gobierno de una Cofradía. En ella un grupo de hermanos presentamos un proyecto para que los jóvenes se incorporaran a la Hermandad. Lo presentamos al Director Espiritual y, ¿cuál cree que fue la respuesta de éste? ¿no se la imagina? Pues su respuesta fue no sin dar ninguna razón. Simplemente no.
Esta ha sido mi experiencia personal, pero depués te encuentras con casos como el de la Archicofradía de Columna y las contínuas divergencias del Párroco de San Antonio y Director Espiritual de la Hermandad con tres Hermanos mayores que tuvieron que dimitir, con el Decreto firmado por el Obispado sobre las cuentas de Vera-Cruz sin oir a los hermanos, y otros temas relacionados con la Iglesia que ya comenté en mi articulo anterior.
Espero, querido amigo, que todo lo comentado anteriormente te sirva como respuesta al por qué existen más personas criticando que trabajando dentro de la Iglesia, por eso creo que antes de denunciar algo hay que contrastar la información que se tiene. Si no se hace te puedes encontrar con razones lo suficientemente fuertes como para que tus palabras se te vuelvan en contra, no tuya presisamente, sino de la Institución a la que perteneces y a la que tanto defiendes.
Quizá sería mejor ayudar a hacer lo que ya pedí en mi artículo anterior. Todo el que esté dentro y vea una injusticia debe denunciarlo ya sea un feligrés, un sacerdote o un miembro de una Junta de Gobierno o grupo Parroquial, así la Iglesia irá mejorando y la gente no se marchará de la misma. Sólo así habrá más gente trabajando que criticando.