Aprovecho el blog de mi marido para expresar mis sentimientos hacia el largo proceso de la adopción nacional en la que estamos inmersos.
La adopción es un proceso largo en el que hace falta estar cargados de ilusión cada día. Esa misma ilusión es la que te llena de esperanza hasta que llega el día en el que recibes la noticia de la llegada de tu hijo.
Se te pasan por la cabeza miles de preguntas ante la incertidumbre de ese esperado momento: ¿cómo será mi hijo?, ¿seré capaz de adaptarme a él, y el a mi?, ¿me verá como una madre?, ¿qué secuelas le puede haber quedado después de su experiencia con su familia biológica?, ¿qué enfermedades tendrá?, etc.
Aunque, por otra parte, tienes la convicción de que serás capaz de convertirte en su madre porque estás totalmente segura de que vas a darle todo tu amor, y ese amor te dará fuerza para afrontar todos tus miedos e incertidumbres.
A veces intentas ponerle cara a ese niño e incluso te preguntas si será niño o niña y es dificil querer a alguien a quien no conoces, pero la sola idea de pensar que viene a tí para convertirse en tu hijo te hace quererle antes siquiera de conocerlo.
No sé si esto le pasará a más personas que están en proceso de adopción. Sé que el miedo y la incertidumbre es algo muy frecuente en los padres adoptantes, pero lo importante es tener presente durante todo el proceso el feliz momento del encuentro con tu hijo con los sentimientos contradictorios que esto conlleva de ilusión e incertidumbre.
María Jesús Costa, una futura madre ilusionada.