Este curso escolar no ha comenzado con buen pie para la comunidad educativa. A los profesores le quieren imponer dos horas lectivas más de las que dan ahora, con lo que no están de acuerdo y ya han comenzado a movilizarse.
Quizá muchos profesores, o mejor dicho la totalidad de los mismos, no van a estar de acuerdo con lo que voy a comentar pero creo que no es justa su reivindicación. Hay que recordarles que cuando llegan las vacaciones de verano, mientras el resto del país disfruta de un mes de vacaciones, ellos tiene dos y medio; cuando llega Semana Santa ellos paran los siete días y el resto de trabajadores sólo jueves y viernes; y en el caso concreto de Cádiz, cuando llegan los Carnavales vuelven a parar mientras los demás seguimos al pie del cañón. Con esto no quiero decir que no trabajan, pero sí que quizá tengan más privilegios que el resto de los trabajadores como para protestar y negarse a dar dos horas más. Tengo amigos profesores y sé que aguantar a los alumnos de hoy en las jornadas de clase termina quemando al profesorado, pero es la profesión que han elegido. El albañil tiene que aguantar horas y horas de trabajo físico con sol, lluvia o viento, el taxista tiene que llevarse 14 horas de trabajo para llevarse a casa 20 miseros euros al terminar la jornada y aguantando todo tipo de público, y los profesores tienen que aguantar a esta generación de niños por muy distinta que sea de años atrás. Y, por supuesto, no me vale que digan que como han estudiado una carrera de cinco años tienen más derecho que los que no han estudiado o los que tienen otras profesiones, porque no son superiores a otras personas, por más que se lo crean y por mucho que les haya costado mucho sacar una oposición.
Pero quizá pueda existir una solución a este problema. Que consigan su exigencia a no dar esas dos horas más pero a cambio cuando llegue Semana Santa que acuda cada uno a su centro y corrijan los exámenes que se llevan a casa; que en verano sólo dispongan de un mes de vacaciones; y que los exámenes ya no se corrijan en sus domicilios. Así se podrá despejar la duda que existe en la sociedad sobre la cantidad de horas que le dedican a corregir esos exámenes en sus domicilios y por las que son perfectamente remunerados. Porque ¿cómo se sabe a ciencia cierta que verdaderamente están trabajando en esas horas en sus casas?
Si hacen cuentas ¿cuantas horas tendrían que aumentar para cumplir con esos horarios y ese trabajo en sus Centros Educativos? Seguro que le salen más de dos. Quizá no deberían de exigir tanto y sí dar lo justo para todos, ni más ni menos, simplemente lo justo, y así todos tan contentos. Y que no se me enfade nadie que es sólo una opinión.